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Seguramente conozcan bien la frase: “Empiezo y dejo”. Afortunadamente, el camino del canto no se termina, sólo se toma y se camina. 

Cuando uno comienza a investigar su voz abre un canal hacia la propia comunicación. Este canal simboliza el haber abierto una puerta y haber visto luz del otro lado. 

¿Cómo puede ser que uno no quiera ver el sol después de meses/días de lluvia?

Después de largo tiempo dando clases me encontré pensando acerca del rol del facilitador/a, las personas que nos atrevemos a insistir y de ese modo fortalecimos una parte importante de nosotras. A la hora de compartir esa experiencia en una clase, es realmente esclarecedor cuando, a la persona que llega, se le brinda un espacio cálido en el que poder soltarse y registrarse, observando: ¿Cómo es su relación con su voz? ¿De qué manera puedo comunicar mi experiencia para que se comprenda?

Como maestros, si sabemos observar y sobre todo no imponer nuestra forma de hacerlo, habremos habilitado al aprendiz a hallar su modo de sonar. Realmente la posibilidad existe haciendo espacio en cada uno, para que así la voz se fortalezca. 

Volviendo al título del artículo, una vez que la persona creó un espacio y le dio lugar a su voz, aunque sea por un solo día de clase, esa búsqueda se transformó en una siembra. La semilla ya se instaló y allí le seguirá dando siempre la luz del sol, por lo tanto sólo hace falta regarla y observar cómo va creciendo con nuestro cuidado y atención. 

Si lo dejamos crecer sola, seguramente lo haga de todos modos, pero tal vez no sea obediente,  no debemos quejarnos si no nos hace caso. Será una voz rebelde y adolescente. 

En cambio si quisiéramos verla madurar, sólo deberíamos acompañarla. Ser su guía cada día con nuestra atención, quitar aquellas palabras dañinas de alrededor. Cuidarla del sol, cosechar sus frutos o flores cuando sea preciso. Darle de beber y sobre todo agradecerle por estar creciendo con cada uno de nosotros. Por necesitar de nuestro amor. Esa planta de tu voz será tan grande como vos le des lugar. Ojalá te animes con este artículo a comprender que tu semilla de la voz no se abandona si dejas de tomar clases o si no has tomado nunca. Pero si hacerlo, será como aportar una lluvia fresca o bien una poda o fertilizante natural. Será fortificarla y con ella fortificarte. 

Pensalo y tené en cuenta que la semilla se irá (morirá o no) con vos. 

Nunca es tarde para retomar el camino de la voz consciente. 

Confía en tu voluntad y retoma cuando estés listo para crecer y cambiar tu posición. Cuando tengas verdaderas ganas de ver el sol, tu sol, cuando estés inspirado y animado.

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Gracias por leerme, no dudes en escribir por más consejos.

Buena vida,

TINA.

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